En este 2016, prometo no volverme una cursi, no asistir a las reuniones
de parejas (puaj!), no hacer dieta, no tener lista la cena, no tender la
cama, no reconocer al ropero como un instrumento de orden y conservar
la esquina de la ropa amontonada (y defenderla como a mi patria)... ni
volverme deportista, ni abandonar mi adicción a los caramelos
masticables.... Pero, si puedo mantener un año más los abrazos
fuerzudos, la rascada de cabeza, los chistazos, puedo preparar pizza una
vez al mes, comprarte las medias berretas sin elástico, pagar tus
deudas, atormentarte con las conversaciones innecesarias, dormirme antes
que vos (porque por convicciones personales no puedo apagar la luz ni
el televisor), usar tú sobaco para dormir, bancarte cuando no jugás
fútbol, acompañarte siempre (cuando te quiero hasta el cielo, y también
las otras veces...)... prometo firmemente mirar con el mismo entusiasmo
todas las series de fox, TLC y utilísima... También puedo esperarte con
la misma alegría cuando llegás del trabajo, y amarte con la misma
apasionadapsiquiátricadesenfrenada forma en la que te amo de lunes a
lunes (porque no te podés quejar eh?, te quiero de a montones).... Te
prometo todos los viajes, todas las aventuras... Porque yo soy negra y
vos blanquito, pero juntos somos como el azuquita que se le agrega al
pancito con manteca, así de ricos y con potencial finoli, finoli
viernes, 1 de enero de 2016
Julio
Mirá, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
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