sábado, 17 de octubre de 2015

veinticuatro minutos

Subo al 105, ella sube conmigo... Todos ellos suben también... 
En mi auricular suenan Los Pericos. 
El chofer discute por una pavada con un pasajero, una señora a los empujones, y que le den el asiento a la señora embarazada, que si fuera tú madre, y blabla, a mi alrededor todo el mundo explotando.
Una petiza entaconada me aplasta con su bolso, y que si nos amontonamos entramos... El clásico "para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero", estamos todos!
Y ahí, en el instane en el que "The Ritual of the banana..." arranca con toda su buena vibra, puedo sentirte, estás oliéndome, pero no de esa manera degenerada en la que los perros se olfatean sus partes, no, para nada, me estás sintiendo dulcemente. Y tu silencioso abrazo me llega, es movilizante, pero tan poderoso...
No nos conocemos, pero durante casi 24 minutos mi mejilla izquierda descansa en tu pecho, y me abrazas con tano amor, como si ese abrazo tuviera que ocurrir. Y en el infierno del 105 a las 12:20 del mediodía, tu abrazo me acompaña.... 
Mi parada, me desprendo imaginariamente de la seguridad de tu cuerpo, puedo sentir tú dolor y el mío, nunca sabremos quiénes fuimos y no volveremos a vernos... Y el calor de tu abrazo me acompaña durante 32 días.