Miras el suelo, allí también hay personas (los llamados pisados), miras el cielo, y allí también están... personas a tu alrededor, sobre tí, más allá, más aquí... un mundo plagado de personas...
Alguien rueda sobre ti, hace piruetas a tu alrededor, se encanta con tus ojos, te abraza, hipnotiza tu sonrisa... alguien te encuentra...
Se instala en tu vida, se mimetiza con tu piel, vive a través de ti, te absorbe y se deja absorber... y sin notarlo, un día despiertas descubriendo que está en tus tejidos, acoplándose a tu cuerpo... estás ahí transportándolo contigo a dónde vas, y no puedes quitártelo sin que duela...
Y el resto sigue allí, los caminantes, los pisados...
El camino se bifurca, el destino te llama hacia el sur, y como una ráfaga de fuego el norte lo arranca de tu cuerpo... y quitarlo, quitártelo o que te lo quiten, duele tanto como una espina, y no puedes soltarlo sin soltarte... y entre tanto dolor has perdido la huella, y el caminante que eras se ha tendido el suelo para ser pisado...
1 comentario:
"Me hice un barquito de papel para irte a ver,
se hundió por culpa del rocío.
No me preguntes cómo vamos a cruzar el río."
Publicar un comentario